Debido al pasado fin de semana, lleno de mocos y angustias sobre mi salud, recordé un capítulo de Seinfeld, donde en uno de sus monólogos menciona que cuando estamos enfermos uno crea alrededor de su cama un mundo a su alcance.
Es cierto... mi cama, la silla de al lado y el mueble que tengo detrás se llenaron de pastillas varias (descubrí una que la metés un vaso de agua hirviendo y larga un olor fuertísimo: te destraba los mocos), papeles de varios tipos (higiénico, carilina, etc), prospectos médicos y otras chanchadas.
Y si tenés fiebre (por suerte no fue mi caso, o al menos no fue algo serio), aparecen cosas como: termómetros, paños en agua fria, y la OMS verificando si tenés la porcina o el síndrome de la vaca loca.
A esto agrego lo siguiente: el hombre puede ser el más macho, el más viril, el más semental domador de vírgenes... pero cuando se enferma es un pucheraso, un cocodrilo sin dientes (se defiende con la cola), un nenito debilitado y sin saber qué hacer. Nos volvemos dependientes de nuestra madre y/o pareja. El sábado ni siquiera me puse yo las medias. INCREIBLE.
Mujeres: las invito a compartir este espacio para que hablen de sus hijos/sobrinos/maridos/parejas sobre este tema, y les saquen el cuero. Pero con cariño.