Friday, March 18, 2011

Cuando la costumbre nos juega en contra

Con el tiempo aprendí varias cosas, me olvidé de otras y reformulé algunas. El tema de la costumbre es recurrente. Hace minutos lo discutí de nuevo con mi amiga Ale, y hace poco lo encaramos desde una perspectiva interesante en El Mensaje de Zaratustra, el curso que hice con mi amigo Toto...

La costumbre nos juega en contra cuando empezamos a hacer las cosas por inercia, sin prestar atención a lo que de verdad sucede; cuando la rutina, lo cotidiano, hace que dejemos de entender y absorber lo que en realidad pasa a nuestro alrededor.
Con Ale lo que hablamos surgió por el tema del bautismo, ya que notamos que muchas veces se volvió algo "social", algo "común", algo que se debe hacer a los pocos meses del nacimiento del crio (sino, las tías y las abuelas nos cagan a pedos, nos desheredan, y nos miran con cara de pecadores). No estamos discutiendo si el bautismo está bien o mal, si la religión católica es la correcta o no, etc. Sólo estamos diciendo que al hacerlo por "costumbre", nos olvidamos de porqué lo hacemos.

Otro ejemplo es cuando pasamos al lado de una persona que duerme/vive en la calle, y no se nos mueve un pelo, porque nos acostumbramos a que sea parte del paisaje. La indiferencia mata, la indiferencia es una mala palabra. Nos acostumbramos a que hayan pobres, indigentes, marginados de la sociedad... simplemente están ahí. Simplemente están desde antes que nosotros, y seguirán estando. Simplemente, en toda sociedad capitalista hay estratos sociales y gente que simplemente se cayó de la pirámide. Simplemente las pelotas.

En el curso, una de las formas de entender la idea-fuerza (a Nietzsche no le gustaban los conceptos, las definiciones "de diccionario) del Espíritu de la Pesadez es relacionarla con todo aquello que nos aplasta, nos tira hacia abajo, nos dice "para que subir la montaña, si luego tenés que bajar...". Nietzsche criticaba la sociedad europea de esa época, y cómo el cristianismo y los distintos avances tecnológicos habían achanchado a las personas, haciéndolas cómodas, donde cada vez se esfuerzan menos.

No quiero dar más vueltas, simplemente invitarlos a pensar cómo la costumbre nos puede jugar en contra. Invitarlos a pensar fuera de la caja, fuera de lo cotidiano y la rutina. El cambio es bueno, los invito a prestar atención, a mirar más al costado.