Señor Director:
“Algunos años atrás, en las Olimpíadas Especiales de Seattle, nueve participantes, todos con deficiencias mentales o físicas, se alinearon para dar la largada de una carrera de 100 metros planos.
“Al sonar la señal, todos salieron, no exactamente a toda velocidad, pero con la voluntad de dar lo mejor de sí, terminar la carrera y ganar.
“Todos, con la excepción de un muchacho que tropezó, cayó al piso y comenzó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto. Disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Entonces, todos ellos se detuvieron y dieron la vuelta.
“Una de las muchachas, con síndrome de Down, se inclinó, le dio un beso al muchacho y le dijo: «Pronto, ahora te vas a sanar».Y los nueve competidores se tomaron de las manos y caminaron juntos hasta la meta.
“El estadio entero se puso de pie y los aplausos duraron varios minutos. Y las personas que estaban allí continuaron repitiendo esa historia hasta hoy.
“Tal vez los atletas eran deficientes mentales... Pero con seguridad no eran deficientes en sensibilidad... ¿Por qué? Porque, allá en el fondo, todos sabemos que lo importante en esta vida es ser más que un ganador solitario.
“Lo que importa en esta vida es ayudar a los otros a vencer, aunque esto signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo.”
Silvia Guarde
Fuente: http://m.lanacion.com.ar/379711-cartas-de-lectores
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